Preservar los bosques latinos y empoderar a las comunidades

La cantidad de beneficios que los bosques tropicales le dan a la humanidad es casi invaluable, y cada vez la evidencia sobre esto es mayor. Tratamientos contra el cáncer y la diabetes, entre muchos otros, se derivan de las plantas de estos bosques. Además, sus árboles secuestran carbón y ayudan a regular no solo el clima regional sino el global. Si se tuviera que estimar el valor de los servicios ecosistémicos que nos dan los bosques – es decir, las contribuciones directas e indirectas que ofrecen al bienestar humano-, este sería de casi 40 billones de dólares anuales. Esto representa el doble de los 24 billones de dólares que los países generan en productos cada año. Sin embargo, los bosques tropicales están enfrentando enormes retos.

Conocer estos retos y sus posibles soluciones fue lo que, precisamente, se discutió durante el Resilience Media Project, un programa que hace parte del Initiative on Communication and Suistanaibilty del Instituto de Tierra de la Universidad de Columbia (The Earth Institute, Columbia University), Estados Unidos.

En Centro América gran parte de las amenazas a los bosques tropicales viene del narcotráfico. “Se estima que el 86% de la cocaína llega a Estados Unidos tras atravesar a Centroamérica”, explica Elizabeth Telllman. Ella es una geógrafa que explora la humanidad y el ambiente, y hace parte del Instituto de la Tierra. Según su investigación, estos envíos pueden representar hasta seis mil millones de dólares en ganancias. Además, gran parte de esta cocaína transita por el norte de Guatemala, en la Reserva de la Biosfera Maya.

Tellman advierte que los narcotraficantes buscan tierras que puedan quemar rápidamente y así convertirlas en improvisadas pistas de aterrizaje para traer drogas. Después, los camiones las recogen y las llevan a México para ser vendidas en Estados Unidos. Como si fuera poco, a menudo, también se despejan tierras para criar ganado que luego se vende en México y se usa como excusa para lavar dinero. Aunque eventualmente estas zonas ilegales son descubiertas por las autoridades, los carteles de droga simplemente se mudan a nuevas tierras y siguen su actividad.

“La razón por la que el narcotráfico está tan extendido y es tan difícil de erradicar es porque la interdicción continúa desplazando a los traficantes a nuevas áreas”, agrega Tellman. “Y hemos visto el impacto que eso tiene en los bosques de América Central”.

Ella, junto a sus colegas investigadores, usó datos de satélites, reportes de los medios de la región e información sobre el trafico de drogas del gobierno para seguir el rastro de ambos: las drogas y la deforestación. “Lo que encontramos fueron nuevos patrones anómalos, rápidos y crecientes de tierras despejados que están apareciendo en la medida en que el trafico de drogas se mueve por América Central”.

Muchas de las áreas protegidas en el norte de Guatemala se han visto afectadas por el narcotráfico. Sin embargo, hay un sitio que, hasta el momento, ha podido escapar estas amenazas. Se trata de un lugar al que se le otorgaron las concesiones de uso de la tierra comunitaria a fines de la década de 1990. Bajo estas concesiones las comunidades locales son quienes manejan los bosques, usando practicas sostenibles que crean trabajos a partir de la explotación forestal y el control de incendios.

Iliana Monterroso, quien es científica y coordinadora del grupo de investigación Gender and Social Inclusion Research con el Center for International Forestry Research (CIFOR), lo explica de la siguiente manera: “las comunidades han logrado establecer empresas forestales comunitarias, lo que les ha permitido diversificar sus actividades y adquirir beneficios económicos y ambientales”. Por medio de estas empresas, también comenta, las comunidades han podido generar más de cinco millones de dólares por año en ventas de madera. Ese dinero representa, además, hasta el 60% del ingreso de una familia.

Según Andrew Davis, investigador de la Fundación PRISMA, un centro de estudios de medio ambiente y desarrollo ubicado en El Salvador, casi 500,000 dólares de los ingresos que reciben las comunidades se gastan en controlar incendios. “Estos recursos se han destinado a despejar la vegetación, a patrullar cortafuegos, carreteras y ríos, y actividades en el terreno”. Todo esto ha implicado que los bosques en las áreas de concesión sean más saludables y estén más protegidos que las tierras que no están bajo control local.

Pero los beneficios de las concesiones van más allá de los bosques, comenta Monterroso. “Desde que se firmaron estos contratos de concesión más de dos millones de dólares en impuestos han sido pagados al gobierno de Guatemala”.

Además, de acuerdo con lo que dice el arqueólogo Francisco Estrada-Beli, las tierras que están bajo concesión hacen parte de la Reserva de la Biosfera que también contiene ruinas Mayas. “En esta área hay cientos de sitios arqueológicos, algunos extremadamente importantes, que han contado la historia de la civilización Maya y aquella que surgió cerca de 1000 A.C hasta la llegada de los españoles hace 500 años”. Lograr proteger estas ruinas, entonces, es otro de los beneficios de estas concesiones.

Ante todas estas piezas, una de las conclusiones a la que se llegó a la discusión es que este tipo de bosques y concesiones necesitan más atención. Allí no solo están las respuestas de muchos de nuestros actuales problemas, sino las pistas de nuestro pasado.

Si quiere ver la sesión (en inglés) vea el siguiente vídeo:

https://www.youtube.com/watch?v=AzjyLl0d63c&feature=emb_title

Una versión original de este artículo fue publicada en inglés en el blog State of the Planet del Earth Institute de la Universidad de Columbia (The Earth Institute, Columbia University). https://blogs.ei.columbia.edu/2020/08/19/preserve-tropical-forests-empower-communities/

Nuestras Historias

En esta serie nos conectamos con organizaciones y líderes ambientales que están trabajando activamente en los desafíos ambientales relacionados con la conservación y el cambio climático. También destacamos temas relacionados con la participación política a nivel local y nacional, y recursos para posibles oportunidades profesionales en áreas de conservación, ciencias ambientales (geociencias) y la "economía limpia".

 

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